El pasado 28 de noviembre teníamos programada una actividad, repetida por diversas cuestiones organizativas y de asistencia de la primera sesión. Y fue un acierto repetir.
Así, por segunda vez, podíamos deleitarnos con la charla fotográfica que nuestro socio y amigo Juan Miguel Masot nos obsequió durante algo más de una hora.
Comenzó la charla con la tormentosa vida de Francesca Woodman, ilustrándonos los pasajes de su vida con multitud de fotografías de la precoz fotógrafa.
Así, nos estuvo mostrando las características principales de su obra, en las que predominaba el formato cuadrado, el blanco y negro, la larga exposición, la presencia de desnudos, los objetos ruinosos, y el ocultamiento.
La vida de la artista, corta e intensa, se mostró desde siempre influida por sus padres, artistas, y desde los trece años tuvo contacto con la fotografía gracias al regalo de su primera cámara.
Además de fotografiar en blanco y negro, con formato cuadrado, era común que diera prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir centrar la atención sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena.
Francesca utilizó de forma recursiva su propio cuerpo como herramienta para proyectar sus emociones. El gesto de salir desnudo ante la cámara equivale a representarse a uno mismo sin máscaras, mostrando lo que uno es y exponiendo la propia identidad.
Su obra consiste en retratos de mujeres, siendo ella misma la modelo en muchas ocasiones. El cuerpo es uno de los temas centrales de su fotografía; las figuras humanas aparecen borrosas, perdidas en la sombra, y parecen formar parte de las salas invadidas por el deterioro. Se aventura, incluso, que Woodman buscó denunciar la situación en la que vivían las mujeres en los años 70.
El medio preferido para sus imágenes era el libro: sus fotos pasaban desapercibidas en galerías, sobre todo si competían con imágenes de moda, aumentadas a tamaños descomunales. Diseñó libros para recoger sus fotografías, pero sólo se publicó uno de ellos, Some Disordered Interior Geometries, ya en 1981.
La vida fue cruel para nuestra protagonista, que tras algún intento de suicidio, se arrojó desde una ventana antes de cumplir 23 años, dejando una obra de más de 800 fotografías, de las cuales sólo se ha expuesto una octava parte.
La segunda mitad de la exposición se centró en otro niño prodigio de la fotografía: Richard Avedon.
Avedon comenzó su carrera como fotógrafo trabajando para la Marina Mercante en 1942, haciendo fotografías de los miembros de las tripulaciones. Estas fotografías las realizó con una cámara Rolleiflex que le había regalado su padre en la despedida.
Sus fotografías retrataron a personajes de relevancia. Y su método era sencillo pero efectivo: la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de hasta cuatro horas. Así desnudo, el retratado e indefenso era capaz de mostrar su personalidad más sincera.
En el año 1979 comenzó el que habría de convertirse en uno de sus trabajos más importantes. Dedicó cinco años a recorrer el oeste de los Estados Unidos para documentar a las personas anónimas. En esta obra (In the american west) nos presenta a granjeros, mineros, vagabundos, prostitutas, amas de casa, presos, vaqueros de rodeo o empleados de pequeñas oficinas...
Las fotografías, de gran formato, fueron tomadas con luz natural y con un fondo blanco. Reflejan la dura realidad frente al sueño americano o de la tierra prometida. Son retratos de individuos con una considerable fuerza expresiva.
Pero Richard Avedon no sólo se dedicó a la fotografía de retratos. Fue bien conocido por su faceta de fotógrafo de modas, en la que cosechó notables éxitos.
Un obituario publicado por el The New York Times, afirmaba que: sus fotografías de moda y sus retratos habían ayudado a definir, en Estados Unidos, durante el último medio siglo, la imagen de belleza, elegancia y cultura.
Ya para terminar, resaltar el trabajo realizado por nuestro amigo Juan Miguel, que ha recopilado las fotografías mostradas, los textos acordes, e incluso, un vídeo de su propia creación, con el pase de las 152 fotografías que conforman el proyecto.
No podemos decir más que, estamos impacientes por llegar a la nueva entrega de los fotógrafos clásicos.
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