El pasado lunes día 19 de febrero, dedicamos nuestra sesión semanal a los cementerios. Quizás es un tema más para primeros de Noviembre, pero cierto que Febrero tampoco es mal mes para ello.
Es un tema que cualquier fotógrafo ha trabajado y, de hecho, un nutrido grupo de socios se animaron y presentaron cerca de doscientas fotos, recogiendo las diferentes concepciones que la gente tiene sobre ellos.
Los cementerios tienen un punto en común, pero también hay diferencias. Los hay con partes suntuosas, con grandes panteones y monumentos funerarios y los hay tipo “estándar”, o más humildes e, incluso, muchos presentan partes abandonadas y mal cuidadas. Los hay más serios e, incluso con un punto lúgubre, típico de la cultura mediterránea y los hay como jardines, donde a gente pasea o los niños juegan, como los anglosajones.
Muchos tienen un indudable patrimonio artístico, otros acogen los restos de personas importantes en la historia o en la cultura. No están exentos de curiosidades o de restos de costumbres antiguas, como las zonas destinadas los neonatos muertos sin bautizar. O lo que en España hemos bautizado como cementerios “civiles”, donde se enterraban aquellos que habían manifestado su ausencia de creencias religiosas, católicas en este caso, y a los que no se enterraba en tierra “sagrada”. Como si la muerte, que dicen que nos iguala a todos, entendiese de eso.
Sin olvidar los de otras culturas, como los judíos, musulmanes, sintoístas, etc., con su estética propia. Dicen que la humanidad avanzó en su estatus de humanidad cuando empezó a dar sepultura y homenaje de respeto a sus congéneres desaparecidos. Esos ritos ancestrales se manifiestan hoy día en nuestros cementerios, unos lugares de indudable atractivo para cualquier fotógrafo y repletos de posibilidades.
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